El mundo de cada uno
Cuando llegamos a este mundo, lo hicimos en un hogar, con unos padres, una familia, una cultura, unas costumbres, una religión y una sociedad sobre los cuales no tuvimos ningún tipo de control.
El mundo heredado de cada uno.
Fundamentado en una serie de creencias propias de ese lugar, religión, cultura, sociedad y familia donde nacimos. Seguir lo que heredamos es lo que se nos enseña a hacer.
Muchos terminamos viviendo una vida con la que no estamos satisfechos.
Dónde sustituimos los quiero por los debo.
Tal vez, tenemos tanto tiempo viviendo en normalidad, que no tengamos idea de qué queremos hacer.
Todos sentimos disgusto con la normalidad pero pocos se atreven a romper el molde.
Romper los estereotipos impuestos en nosotros es el camino a una mente flexible, creativa y poderosa, con la que podemos lograr todas las cosas.
Ser extraordinarios.
Nuestro mundo define quiénes somos
Desde pequeños, ese lugar al que llegamos define nuestras creencias, aprendizajes, metas y aspiraciones en la vida..
Es fundamental en la relación que tenemos con nosotros mismos.
Llegué a un hogar muy especial en Caracas, Venezuela. En una familia excepcional y con una calidad de vida maravillosa. Soy hija de dos personas ejemplares, químicos y muy preparados.
Estudié en el mismo colegio católico siempre, administrado por religiosas. Tuve oportunidades extraordinarias y estoy profundamente agradecida por haber llegado al mundo que me tocó.
Heredé las creencias que forman parte de mi cultura y de mi entorno. Algunas de mis padres, otras de mi familia, muchas de mi formación religiosa, de la idiosincrasia venezolana y española.
Como todos.
Esa herencia que recibimos del mundo en que nacimos y vivimos tiene un poder especial sobre las decisiones y experiencias que definen nuestra existencia.
Ha sido pasada de generación en generación, por siglos.
Condicionar nuestras decisiones de acuerdo a ella, limita lo que es posible para todos.
El avance tecnológico, científico, intelectual y social ha sido exponencial, pero muchas de las nuestras creencias se quedaron en el pasado, uno muy lejano.
Pasaron de padres a hijos y de profesores a alumnos con pocas modificaciones, sin la posibilidad de rebelarse ante lo que se pensó hace cientos o miles de años.
Si queremos vivir vidas extraordinarias necesitamos cuestionar ese mundo donde vivimos y las reglas que lo sostienen.
¿Son correctas para nosotros?
Mientras crecía, mi mundo incluía ser católica, cualquier otra religión no era “cierta”. De alguna manera ser católico implica que todos los que difieran están equivocados.
¿La creencia de que la creencia de otro no es buena, es buena para todos?
¿Estás dispuesto a expandir los límites de tu mundo para lograr cosas extraordinarias?
Limitarnos a nuestro mundo, es cerrarnos al que compartimos con los demás
Lo limitante del mundo de cada uno, es que pasamos toda la información captada por los sentidos por un filtro de ideas preconcebidas que nos hacen categorizar las cosas diferentes como osadas, y cerramos nuestra mente a una infinidad de posibilidades que son buenas para alguien más y lo podrían ser para nosotros también.
Tener la mente abierta es creer que el mundo que todos compartimos es inherentemente bueno y no somos quiénes para juzgar las ideas, creencias, actitudes y experiencias del mundo particular de alguien mas.
Rompe las barreras de tu mundo para convertirte en un ser global que respeta la regla de oro: “no le hagas a otro lo que no te gustaría que te hicieran a ti o a tus hijos” y siente un amor profundo por lo y los demás.
Mi propuesta de mente abierta no significa estar de acuerdo con todo y perder nuestro poder de decisión, se trata de respetar profundamente el mundo de otro para trascender a las diferencias que nos separan y conectarnos con aquello que tenemos en común.
Por ejemplo, que todos tenemos bondad en nuestro corazón independientemente del mundo que nos formó.
Trascender a las diferencias da lugar a la compasión, a la empatía y al entendimiento.
Combinados, a esa conexión que me gusta definir como amor.
Solo así salimos de nuestro mundo limitante para convertirnos en personas con el corazón y los sentidos abiertos a lo que está mas allá de las creencias de cada quién.
Ver lo que nos une, implica omitir lo que nos separa.
Pero si seguimos comparando lo que nos separa, no seremos capaces de unirnos para avanzar.
Juzgaba las ideas de los demás
Aunque tengo un don especial para la empatía, por muchos años viví limitada a mi mundo y tenía problemas para entender las ideas, creencias y decisiones de los demás.
Un problema recurrente era aceptar que otro tuviera una ideología política alineada con el gobierno de Hugo Chávez.
Recuerdo incontables e interminables discusiones con una compañera de clase porque ella y su familia eran Chavistas. Aunque me de una vergüenza terrible, era muy irrespetuosa y nunca la quise conocer porque la antecedían sus ideas (o las de su familia).
Era joven, testaruda, cerrada y, si quería, podía ser muy antipática. No era mi actitud regular, pero con mi compañera de discusiones políticas, era la única que tenía.
La vida me regaló conocidos, compañeros, jefes, amigos y parejas cuyas ideologías políticas eran muy diferentes a la mía.
Ver mas allá de lo que nos diferenciaba me fue enseñando a respetar las tendencias de los demás.
Con el paso del tiempo entendí, que no soy quien para no amar y respetar a otra persona por lo que piense, crea, haga o sea.
El camino de la ideología política fue el que escogió el Universo para mi.
Con cada persona Chavista que tocó mi vida, excepto mi compañera de bachillerato (que no la volví a ver), superamos lo que nos separa y conseguimos muchas cosas en común que nos unen.
Por ejemplo, que ellos también quieren un mejor país, a su manera. Hoy soy muy buena amiga de muchos.
No significa que esté de acuerdo con las políticas e ideologías del gobierno. Simplemente puedo ver mas allá de mi mundo y el de los demás para conseguir las cosas positivas que compartimos, que son las únicas que nos harán progresar.
En Venezuela, ese irrespeto mutuo nos ha mantenido en una mala situación por décadas.
Desde antes de Chávez, nuestros mundos diferentes nos secuestraron, y hasta que no soltemos las ideas que nos limitan, como que los seguidores del gobierno son malos o que los opositores son peores, no podemos construir un país juntos, que es responsabilidad de todos.
Esto aplica para todas las fronteras, culturas, religiones, creencias y estilos de vida.
Si y solo si, dejamos de limitarnos con nuestro mundo, seremos todos habitantes del mismo planeta y podremos amarnos y respetarnos de manera colectiva.
Ser suficiente
Si dejamos a un lado las creencias de cómo deben de ser las experiencias de nuestra vida, esa idea de perfección pierde sus anclas y somos suficientes para todo.
La creencia de no ser suficiente es un parásito que todos adquirimos.
Siempre nos comparamos con la idea perfecta de cómo debemos ser. Como esa idea se reinventa con nosotros, nunca seremos capaces de alcanzar nuestras expectativas.
Todo empieza por cuestionar esa idea de perfección que todos aspiramos alcanzar, que heredamos del ambiente en el que nos tocó nacer.
Es tan tambaleante como todas las creencias limitantes que vinieron en el combo.
Igual que comparar las diferencias de cualquier ideología, sociedad o cultura, resulta en que unos son buenos y otros son malos, si comparamos las ideas de perfección, también obtenemos que para unos lo perfecto de otros, es imperfecto y viceversa
La perfección también es relativa a lo que heredamos de nuestro entorno.
Si cuestionamos nuestras creencias heredadas, cuestionamos nuestra idea de perfección y siempre seremos suficientes.
Sentirse suficiente es la cura para toda inseguridad.
Lo que nos permite decidir por la excelencia.
Vivir cada segundo cultivando una mejor versión de nosotros mismos, donde la compasión, la empatía, la atención, el aprendizaje y la evolución sean los protagonistas.
Lo que ganas al vaporizar las fronteras de tu mundo
- Rompes las cadenas morales que te atan a una manera de vivir tu vida.
- Sueltas la carga de piedras que heredaste de creencias obsoletas.
- Liberas tu potencial de hacer cosas que nunca te habías creído capaz o no te habías dado el permiso de hacer.
- No dejas lugar para la perfección que causa tu inseguridad.
- Empiezas el camino a la excelencia.
¿Te atreves a trascender a tu mundo para convertirte en una persona extraordinaria?
Una guía para ser extraordinario sin pagar con tu felicidad
El libro que resume las respuestas y herramientas que conseguí en mi despertar.