La honestidad fundamental para la comunicación

Genera la confianza para la colaboración entre dos o mas personas.

Todas las relaciones, sin excepción, necesitan de honestidad de todas las partes para funcionar.

El detalle está en que no siempre tenemos este valor como nuestra bandera.

La falta de honestidad es la causante de una gran parte de nuestros problemas.

Vivimos en un sistema de creencias que prefiere evitar conflictos que decir la verdad, donde no existe una verdadera comunicación.

La honestidad empieza en casa

Aunque hemos progresado de manera exponencial, la honestidad siempre está puesta en juego.

Día a día, estamos expuestos a cientos de entes que abusan de ella.

Políticos, marcas, medios de comunicación, noticias, publicidad, parejas, padres, hijos, empleados, empleadores.

La honestidad es fundamental para prosperar, pero es atropellada a la ligera.

Las razones de cada uno no vienen al caso, puede ser cualquier razón. Como evitar un “sincericidio” en una relación amorosa o manipular la información para controlar a un país entero, hay infinitas posibilidades.

Lo que tienen en común quienes no son honestos con los demás es que empiezan por no ser honestos con ellos mismos.

Las mentiras convencen primero a su autor y después las utilizan con los demás. 

Por esto la honestidad empieza en casa. Para uno mismo. Todos, sin excepción, hemos sido deshonestos con nosotros mismos al menos una vez, por no decir demasiadas veces.

No me refiero a las mentiras deliberadamente planeadas para escurrirse de un reproche.

Me refiero a aquellas que usamos para defender una posición, tomar una decisión o tener una excusa para quedarnos en una amarga zona de confort.

No fui honesta conmigo

En el 2014 vivía en Caracas.

Como muchos, me sentía sofocada con la situación del país y decidí probar en otro lugar, a miles de kilómetros de distancia. Una pequeña ciudad de playa llamada Torrevieja cerca de Alicante, en España.

Aunque en parte estaba emocionada con el viaje, ignoraba una voz que me suplicaba que no me fuera a vivir a otro país. Me las arreglé para dejarme convencer por todas las razones que me movían inevitablemente a mudarme a otro lugar.

El primero de mayo de ese año tomé un avión de ida, sin saber si iba a volver.

Tenía el pasaje de regreso tres meses después, era la única esperanza que tenía esa parte de mi que no se quería ir de Venezuela.

Cuando llegué a Torrevieja, me distraje con los placeres básicos que suceden cuando visito a otro país, comida buenísima, sacar el celular en la calle a tomarle una foto a una escultura en una plaza y caminar sin descanso a cualquier hora por cualquier lugar.

A medida que pasaba el tiempo, necesitaba mas excusas para no volver. Vivía en una lucha interna que me traía muchos sentimientos negativos.

El deseo de volver me perseguía y lo callaba con cualquier miedo. Lloraba diariamente y la reactividad estaba a flor de piel, la ira tocaba a mi puerta regularmente.

No aguanté mas

Cuando se acercaba la fecha del regreso, abracé mi deseo de volver, pero mi pareja opinaba lo contrario. Lo que nos trajo incontables discusiones, hasta que decidí que me regresaría a Caracas, con o si el.

El 25 de julio, casi tres meses después, estaba aterrizando de regreso en mi ciudad natal.

Lo mejor no fue regresar.

Fue ser honesta con lo que quiero. Dejé de buscar razones para irme porque simplemente es el lugar donde quiero vivir ahora.

Se que te puedes identificar con la tendencia de engañarte con una amplia cantidad de excusas para hacer o dejar de hacer cualquier cosa. A eso voy con la honestidad con uno mismo.

Podemos decirnos cientos de mentiras para convencernos de algo y eso es lo más alejado a la honestidad que necesitamos.

La clave está escucharnos y dejar las eternas razones que no están alineadas con lo que queremos de verdad.

Estas mentiras también están disfrazadas de expectativas, que son mas peligrosas todavía.

Caemos en la trampa de creer que queremos hacer algo que no queremos y nos convencemos diariamente de ello. 

Practicar honestidad

Para practicar la honestidad, empiezas escuchando tus verdaderos deseos.

No para armar una pila de razones procedentes de tus miedos, sino para cuestionar lo honesto que has sido hasta ahora con todo lo que has decidido en tu vida.

Por ejemplo, es posible que no te guste tu trabajo y constantemente recurras a las razones que te atan a él, para callar tu deseo de invertir tu tiempo productivo en algo que disfrutes hacer.

Allí hay una gran falla en tu honestidad.

Primero, porque no escuchas lo que quieres hacer. Segundo, te mientes al hacerte creer una pila de excusas externas que pesan más que tus deseos. Y tercero, alimentas tu creencia de que no eres suficiente para estar a la altura del reto.

Si te escuchas con compasión y mucha atención, puedes armar una lista de soluciones (no una pila de excusas), para moverte hacia la dirección que te está indica tu corazón.

También podemos llevar la honestidad a cosas mas sencillas.

Por ejemplo, un amigo te invita a boda, pero a ti no te gustan las bodas, por cualquier razón. Decides ir porque te diste varias excusas como: mi amigo no quiere ir solo y por nuestra amistad debo acompañarlo, seguramente la comida será buenísima o, puede ser que conozca personas interesantes y vale la pena intentarlo.

Al final no escuchaste que el punto es que no te gustan las bodas. Las otras veces que has ido no la has pasado bien y lo diste como tiempo mal invertido. Pero vas igual. Terminas aburrido, en un ambiente en el que no te sientes cómodo y preguntándote por qué terminaste allí.

No fuiste honesto contigo desde un principio.

La solución pudo haber sido que le dijeras a tu amigo que odias las bodas, salir con otro amigo (¿o por qué no solo?) o no salir. Al final terminaste trasnochándote en vano (que no es lo mismo que hacerlo con gusto) porque no hiciste lo mas importante, escuchar-te.

Ser honesto con los demás

Cuando somos honestos con nosotros mismos, es más fácil serlo con los demás.

Para el ejemplo anterior, ¿qué tenía de malo que en un principio fueras honesto contigo y con tu amigo sobre tu disgusto con las bodas?.

Si no tienes problema en decírtelo a ti, es mucho mas fácil decírselo a los demás.

En el ejemplo, si no te gusta tu trabajo, puedes comunicárselo a tu familia para que estén conscientes de que es posible un cambio laboral o un recorte económico temporal mientras preparas un nuevo camino.

Para convencer a alguien más, primero nos convencemos a nosotros y para ser honestos con los demás, primero lo somos con nosotros.

Honestidad y amor propio

La honestidad da pie a mas honestidad.

A medida que nos escuchamos atentamente y nos damos opciones y no mentiras, ganamos poder sobre las decisiones que tomamos en nuestra vida.

Naturalmente sentiremos una inclinación imparable por siempre ser honestos con nosotros mismos.

Ser honestos permite saber que es lo que queremos y necesitamos, para tomar las acciones para atenderlo.

El amor está en la atención y mientras mas honestos, mayor es el amor que nos podemos dar.

Si quieres saber mas sobre la relación entre las decisiones honestas que tomas y el amor propio, puedes conseguirlo en este artículo sobre el tipo de relación que tienes contigo.

Lo que ganas al ser honesto contigo:

  1. Dejas de buscar excusas para convencerte de cosas que podrían no estar alineadas con tus deseos.
  2. Dejas de causarte ansiedad al tratar de convencerte 24/7 con las excusas del punto anterior.
  3. Te liberas de la carga de explicar y convencer a los demás tus decisiones.
  4. Te alineas con lo que quieres hacer y traes a tu vida satisfacción con tus decisiones.
  5. Eres honesto con los demás.
  6. Te llenas de paz y te conviertes en alguien con quien es placentero estar.
  7. Puedes pedir honestidad.

¿Te atreves a ir mas allá de tus excusas para encontrar tus deseos?

¿Defenderías tu honestidad sobre tu seguridad para ser una persona extraordinaria?

¿Serías honesto solo porque es el ingrediente necesario en cualquier intento de comunicación, contigo y con los demás?

Ante la duda, te puedes poner radical

Para ayudarte a conseguir honestidad de tu parte a la hora de tomar una decisión, puedes formularte estas dos preguntas:

¿Si muriera mañana, me arrepentiría de haber tomado esta decisión?

¿Si viviera para siempre y la decisión resulta definitiva, me arrepentiría de haber tomado esta decisión?

"En la honestidad está la semilla de la evolución"

Prefiero verdades que duelen que explicaciones que confunden.

Carla Tugues

Una guía para ser extraordinario sin pagar con tu felicidad

El libro que resume las respuestas y herramientas que conseguí en mi despertar.

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