No recuerdo a qué edad empecé a creer que había una imagen que debía dar a los demás, lo que se es que era niña y desde que lo hice, me concentré en ser y hacer aquello que se esperaba de mi.
Es una creencia que aplica para todas las áreas de la vida, una especie de regla general que tiene influencia sobre todo nuestro comportamiento.
Cuidar como luces, tu ropa, tu peso y aquello que puedas cargar que demuestre tus logros. Cuidar como hablas, las palabras que usas, lo que dices, lo que escondes y lo que opinas de lo y los demás. Cuidar como manifiestas tus emociones, tu dicha, tu tristeza, tu ira, tu enamoramiento, tu melancolía y muchas mas. Cuidar como te comportas, lo que haces, lo que dejas de hacer, tus momentos de diversión y, en general, todas las experiencias que incluyes en tu vida.
El problema es que vivimos cuidando lo que creemos que los demás creen de nosotros y nuestra esencia se pierde en el intercambio.
Dedicarnos a cuidar nuestro reflejo en los demás no nos deja poner nuestra atención en cuidar lo que somos de verdad. Podemos conocer muy bien nuestro reflejo pero no conocer a la persona que hay allí.
No sabía quién era yo
Vivir mi vida en función de lo que creía que creían de mi, terminó envolviéndome en la incertidumbre de no saber quien era, cómo era, qué quería y qué soñaba, yo.
Creo que a muchos nos ha pasado esto, particularmente en el área de nuestra carrera profesional. Cuando tuvimos que tomar la decisión sobre qué hacer o qué estudiar, es posible no nos hayamos detenido a preguntarnos qué era aquello que era perfecto para nosotros, qué nos podría motivar a despertarnos cada día llenos de energía y felicidad para llevarlo a cabo.
Por el contrario, escuchamos todas las opiniones de nuestros seres queridos sobre el mejor camino para nosotros. En algunos casos por no saber que hacer y en otros por hacer felices a aquellos que nos habían cuidado toda la vida. O ambos.
Al escuchar a cualquier otro excepto a uno mismo, terminamos tomando una importante decisión basados en lo que otro consideraba adecuado, pudiendo resultar en el camino profesional equivocado.
Así es como terminé estudiando ingeniería por casi tres años, de la manera mas infructuosa posible, porque aunque al menos me gustaría decir que aprendí algo, de la carrera no me quedó nada. De la experiencia en la universidad si, pero eso es otra historia.
Me gustaría decir que mi caso es excepcional, pero no lo es. Conozco a mas personas que empezaron en un camino equivocado que a aquellas que si decidieron por lo que los haría profundamente felices la primera vez.
En un principio, no le di a una profesión creativa la oportunidad de estar entre mis opciones porque no coincidía con la imagen que creía que esperaban de mi. Siendo hija de científicos y habiendo tenido grandes calificaciones en las materias científicas, no consideré nada que se saliera de esa área. Estudiar algo relacionado a la ciencia era lo que creía que esperaban de mi.
Tiempo después, cuando decidí cambiarme a estudiar diseño me sorprendí porque mis padres no tenían ningún tipo de problema con que siguiera un camino creativo, la que creía lo contrario era yo. Pude darme cuenta de que quien había sido la única que había creído que debía seguir un camino científico para hacer felices a los demás. Decidir en función de lo que creía que quería otro había sido solo mi responsabilidad.
Creo que peor que haber decidido en función de otro era que no sabía lo que quería decidir yo. De hecho, por mucho tiempo creí que estaba en el camino correcto, solo que no era tan buena como había creído que sería. Juzgaba mis capacidades de acuerdo al poco éxito que estaba teniendo en mis estudios, es decir, que pensaba que no tenía todo lo necesario para ser exitosa en vez de ver que estaba en el camino equivocado para mi. Esto me traía muchísima inseguridad.
Como dijo Einstein:
“Todos somos genios. Pero si juzgas a un pez por su habilidad de trepar árboles, vivirá toda su vida pensando que es un inútil”
Me juzgaba por mi fracaso estudiando ingeniería sin atreverme a pensar que podría ser mas útil si me dedicaba a hacer algo que se ajustara a mis capacidades, a mis pasiones, a mi creatividad y a mi felicidad.
El problema estaba en que no sabía cuáles eran mis capacidades, no sabía qué era aquello que se alineaba con mi felicidad y no sabía como expresar mi creatividad.
Cuidaba tanto mi reflejo que no me había dado la oportunidad de hacer un viaje interior a conocer quien era yo.
Incluso cuando me cambié a estudiar diseño, que podría decir que me hice algunas preguntas para saber qué quería estudiar, seguía poniendo mucha energía en cuidar esa imagen que creía que los demás tenían de mi y no me di suficiente tiempo para mirar hacia adentro antes de decidir y actuar.
La verdad es que en ese momento muy poco me conocía y permanecí muchos años sin hacerlo. Tenía una imagen perfecta de mi caparazón pero no tenía idea de lo que estaba adentro.
Esto limitó mi vida en muchos aspectos. En todos. Vivir cuidando algo muy diferente a lo que soy, me llevó a tomar incontables decisiones, diariamente, que no me traían felicidad.
Trascender a la imagen que creía que debía dar
A veces me pregunto cómo podrían haber sido las cosas si me hubiese preocupado por trascender a esa imagen que creía que debía dar mucho antes.
Desde el día que empecé a hacerme preguntas importantes para develar el misterio de mi esencia, pude sentir la dicha de conectarme con lo que soy, con lo que está dentro del caparazón. Poco a poco fui alineando mis decisiones con las respuestas que conseguía, a algunas les había dado largas por años. Como el hecho de que no estaba feliz con mi vida profesional de diseñador gráfico.
En un principio decidí dejar de diseñar y no acepté mas proyectos de diseño, pero a medida que fui consiguiendo mas respuestas, modifiqué mi dinámica laboral, mi área de práctica y toda mi relación con mi profesión. De hecho, me di cuenta de que me había quedado estancada en un camino porque seguía esa imagen de ser una diseñadora “perfecta”, que estaba muy alejada de lo que soy.
También decidí empezar a escribir, acto creativo que me llena mucho mas que diseñar. Si veo el diseño como a un trabajo, a escribir lo veo como mi pasión. Cada mañana me levanto corriendo a escribir, como en el caso de estas letras escritas a las 6:00am llenas de motivación.
Me podría extender mucho en las decisiones que empecé a tomar a medida que me conocía mas, pero no quiero desviarme del tema de este artículo. A lo que voy es que desde la primera decisión que tomé, que estaba alineada con mi esencia, con eso que siempre estuvo dentro de mi pero nunca atendí, toda mi vida empezó a cambiar, para bien.
Lo que venía haciendo mal era decidir en función de esa imagen que creía que los demás tenían de mi y eso opacaba todas mis experiencias. El verdadero cambio estuvo en conocerme y decidir en función de lo que soy yo.
¿Conoces lo que hay dentro de tu caparazón? O ¿te sabes de memoria la imagen que crees que debes dar a los demás?
¿Te has dado el tiempo y el espacio para hacerte preguntas importantes que te darán pistas sobre lo que llena tu corazón? O ¿has escuchado siempre la opinión que tiene alguien mas?
O ¿simplemente haces lo que “deberías” hacer?
¿Quién eres?
Dale a tu esencia la oportunidad de salir a la superficie olvidándote de esa imagen que crees que debes dar a los demás.
Observa la persona que eres, lo que haces y lo que dejas de hacer, tus hábitos, tus aspiraciones, tus deseos. Observa todo en tu vida y pregúntate si te hace feliz. Aquello que no te traiga dicha puede que sea parte de esa imagen que quieres dar y no sea parte de tu autenticidad. Cuestionarlo puede darte respuestas reveladoras y, a veces, inesperadas.
Por ejemplo, si al observar, confirmas la sospecha de que tienes años en el camino profesional equivocado, puedes moverte a cambiar tu relación con tu trabajo o cambiar radicalmente de carrera profesional. Al ser honesto con tu disgusto laboral, te das la opción de preguntarte, ¿cuál es el trabajo que si me traería felicidad?.
Saber esta respuesta, te da la posibilidad de buscar cómo incorporar a tu vida eso que quieres hacer. Lo mas probable es que debas desarrollar nuevas habilidades para poder hacer otra cosa y la única manera de cambiar tu dirección hacia la felicidad es aprendiendo aquello que necesites aprender para lograrlo.
Es normal que no quieras exponerte a un gran riesgo al hacer un cambio radical de rumbo y puedes empezar por dedicarle un poco de tu tiempo cada día a prepararte para ser capaz de hacer el cambio con la menor cantidad posible de consecuencias negativas en tu vida.
La idea es que solo puedes moverte hacia tu misión si consigues las respuestas detrás de tu caparazón. Sabiendo las respuestas, queda de tu parte moverte a materializarlas. Si sabes las respuestas y no te mueves a hacerlas parte de tu vida, terminarán resonando en tu mente hasta que decidas hacer algo por ellas.
El proceso
- Dejar de cuidar la imagen que crees que debes dar
- Hacerte preguntas que te permitan conocer a la persona que hay mas allá de la imagen que crees que debes dar.
- Moverte para integrar a tu vida lo que conseguiste en tus respuestas.
- Sacar de tu vida aquello que no esté alineado con aquello que te traiga felicidad.
- No dejar de observar y nutrir tu esencia para mantenerla en la superficie.