Este artículo es la continuación de Amor propio, si no lo has leído, te sugiero encarecidamente que lo leas antes de leer este.
Darte amor incondicional es una decisión que tomas cada día, a cada hora y en toda situación que experimentes en tu vida. Incluso aquellos que se han dedicado a estudiar el amor propio saben que mientras mas nutran su relación con ellos mismos, mejores resultados tendrán en su vida.
Necesitas ser honesto cuando analices los tratos que te das a ti mismo. De nada te sirve creer que te amas incondicionalmente si todavía tienes algunas actitudes que no son exactamente amorosas. Por ejemplo, es posible que tengas una alta autoestima pero al mismo tiempo te exiges demasiado porque necesitas alcanzar las expectativas depositadas en ti. O tienes mucha confianza en tus capacidades pero eres duro contigo cuando te equivocas.
Todos tenemos áreas de nuestro amor propio que necesitan ser atendidas y solo podemos hacerlo cuando las conocemos.
Observa detenidamente todos los tratos que te das a ti mismo. No precisamente externos como regalarte algo. Todo el diálogo interno que cruza tu mente, las decisiones sencillas que tomas diariamente, la felicidad que obtienes de las actividades de tu vida y tus reacciones cuando las cosas no salen como deseas, son áreas de tu amor propio que necesitan ser puestas bajo el microscopio.
Analiza la relación que tienes contigo
Se que puede ser difícil entender la idea de observar la relación que tienes contigo pero, es tan fácil como empezar a monitorear las palabras que te dices, las expectativas irreales inmediatas que te pones, tus lapsos de trabajo y de descanso, las decisiones que tomas y la manera en que reaccionas cuando te equivocas.
Las palabras que te dices
Todos tenemos una habladuría interna exclusiva para cada uno. Con dos voces que pocas veces están de acuerdo y solo una puede ganar. Casi siempre gana la misma voz, la que habla mas duro, la que no escatima en atropellar todas las intervenciones de su contrincante.
Creo acertado llamar a esa voz nuestro ego. Dura, agresiva, testaruda y exigente. Esa que no duda en hablar rápido, en poner su opinión primero y en reclamar apenas le damos la oportunidad.
Por ejemplo, imagina que tienes un vaso con agua en la mano, te tropiezas y te salpicas toda el agua encima; probablemente tu primer pensamiento reprochará la torpeza que causó que mojaras tu ropa: “que torpe!”. Esa primera reacción automática que te cuestiona la llamaré un grito de tu ego.
Es posible que inmediatamente después intervenga tu otra voz, que responderá algo parecido a “es normal que te hayas tropezado, no pasó nada”, justamente esa voz es la que necesitas escuchar mas. Es esa parte de tu ser que siempre tiene palabras comprensivas, alentadoras, amables y cariñosas. Tu niño interior, ese que no aprendió todas las limitaciones empezaste a creer en tu juventud.
El problema está en darle mas poder a los gritos del ego. La voz de nuestro niño interior es tímida y sutil. Es muy fácil quedarnos con la opinión mas escandalosa. El trabajo está en ponerle extrema atención a las mejores palabras que tenemos para nosotros.
Todo empieza por decidir mejorar la manera en que te comunicas contigo. Tu puedes cambiar el diálogo y las palabras que redundan en tu mente.
A veces no somos conscientes de que solemos tener una manera cuestionable de hablar con nosotros mismos, todo lo que te dices, absolutamente todo, por minúsculo que parezca genera un impacto positivo o negativo en tu vida. .
No es lo mismo despertarse en la mañana y pensar: “espero no tener ningún problema hoy”, que pensar: “hoy va a ser un día maravilloso”. En el primer caso estás dando por sentado que vas tener un problema y deseas no tenerlo, en el segundo estás afirmando que tu día será maravilloso, sabiendo que no tendrás nada de que preocuparte.
El poder que tienen tus palabras sobre tu vida definen la calidad de tu experiencia. Es fácil hacer el esfuerzo de usar las mejores palabras en los momentos que mas las necesites. Cambiar todo lo negativo que encuentras en lo que dices y te dices, por un enfoque positivo, es una decisión que necesitas tomar para vivir lo mejor de tus experiencias.
Las expectativas irreales que te pones
En nuestro mundo moderno, hombres y mujeres debemos ser, hacer y tenerlo todo. Cuando empezamos a crecer, es implantada en nuestro sistema la creencia de que tenemos que lograrlo todo lo mas rápido posible, con la pesada consecuencia de sufrir en el camino. De no hacerlo, no seremos suficientemente buenos.
El proceso es parecido para todos, estudiar y obtener un título profesional, conseguir un buen trabajo, desarrollarte en el camino laboral que escogiste, formar una familia, ascender en el trabajo, adquirir una casa nueva, acumular la seguridad de tu vejez y de tu familia en tu cuenta de banco y comprar todas las cosas que le demuestran a los demás todo lo que has trabajado.
Tenemos tanto por hacer que ocupamos todo nuestro tiempo en correr tras todo lo que deberíamos lograr, en vez de saborear lo que si somos, hacemos y tenemos en nuestra vida, ahora.
Nos damos muy poco tiempo de pausar a cuestionar nuestro estilo de vida y a recargar nuestras energías. Incluso cuando tomamos vacaciones, las llenamos de cosas por hacer y visitas turísticas que realizar, sin dejar espacio para relajarnos, descansar, observarnos, conocernos y, simplemente, disfrutar del momento presente.
Se que te preguntarás, ¿qué tiene que ver esto con el amor propio? Que terminamos reprochándonos no ser suficientes para cumplir con algo muy difícil de hacer o que no queremos hacer.
Por ejemplo, desde que empecé a jugar tenis me puse altas expectativas por cumplir. Quería ser la mejor y alcanzar grandes cosas, sabía que ya era tarde para seguir una carrera profesional en el deporte y también sabía que igual podía conseguir una beca universitaria en el exterior si me esforzaba lo suficiente. Me presionaba muchísimo para ser la tenista que necesitaba ser y obtener algún logro de ello. Quería hacerlo tan bien y me comparaba tanto con la idea de la jugadora que debía ser, que me culpaba y castigaba por no poder alcanzar esas expectativas que tenía de mi capacidad. Jugar en función de lo que debía lograr convertía una de mis actividades favoritas en una academia militar.
Se honesto contigo. ¿Tus expectativas son tan altas que cuando no estás a la altura del reto, te culpas por ello?. En una medida u otra, la respuesta es afirmativa. Es algo que tendemos a hacer desde nuestra infancia porque así fuimos educados.
No quiero decir que la idea no es soñar alto, todo lo contrario. Para lograr grandes cosas debemos soltar la carga de nuestra creencia de que no somos suficientes. Para liberar nuestro potencial debemos llenarnos de amor y confianza personal y, debemos dejarnos de reprochar lo que no hemos podido lograr.
Vivir lleno de amor propio es ser halado por tu misión, no vivir aplastado por tus expectativas.
Lapsos de trabajo y descanso
Observar tus patrones de trabajo y descanso te puede dar mucha información sobre la presión que pones sobre ti mismo para cumplir tus expectativas. Son la consecuencia directa de la velocidad con la que quieres lograr las cosas.
Desde que recuerdo, siempre trataba de operar a máxima velocidad. Tratando de hacer todo lo posible, lo mas rápido posible. Incluso cuando se trataba de divertirme y distraerme, siempre la protagonista era la velocidad con que debía hacer las cosas.
Llegué a un punto donde mi promedio de horas de sueño en la noche era unas 4 horas y, paradójicamente, estaba muy orgullosa de ello. También tenía terribles patrones alimenticios, comía muy poco y bebía regularmente. No vivía borracha pero si me conseguía bebiendo muy seguido, ligeramente mas de lo debido. Al sol de hoy arrastro uno de los peores hábitos que adquirí para llevar ese acelerado estilo de vida, aun no he resuelto dejar de fumar.
Para hacer las cosas rápido, resolvía dormir menos a costa de adquirir hábitos que eran incluso peores que la falta de sueño. Esta manera de llevar mi vida estaba muy lejos de darme el cuidado y la atención que necesito.
Se honesto. No lo vas a hacer para juzgarte sino para que puedas hacer ligeros ajustes en tu ritmo de vida. Por ejemplo, en mi caso, ahora siempre procuro tener al menos 7 horas de sueño, como mejor, hago ejercicio entre 3 y 4 veces por semana y bebo menos que antes.
El lugar mas sencillo de empezar es en tus patrones de sueño. Antes de que pienses que no tienes suficiente tiempo para dormir al menos 7 horas cada noche, tengo que decirte, que allí está el problema.
Tu cuerpo y tu mente necesitan ese tiempo de sueño para funcionar de manera óptima y balanceada. No dejarías que un niño durmiera menos que ese tiempo todas las noches, no lo hagas tampoco contigo. La hora extra que dejas de comprometer en la noche, es mucho mas productiva al día siguiente. Dormir suficiente te traerá beneficios inesperados.
Igual que necesitas dormir mas, necesitas tener espacio para conectarte con el momento presente y disfrutar de los regalos que tienes ahora en tu vida. Disfrutar de un atardecer, del choque del viento en tu rostro, de tomar una ducha caliente. Darte carta blanca para detenerte en las cosas sencillas de tu vida y que enriquecen tu experiencia en esta tierra.
Regálate algo de tiempo para conectarte con los demás. Con tus padres, tus hijos, tu amigos, tu pareja e incluso tus vecinos. Somos seres sociales y, aunque necesitamos tiempo con nosotros mismos, también endulza el corazón compartir con aquellos que queremos.
Es fundamental que inviertas tiempo en ti mismo, si, solo contigo. Una de las peores transacciones es sacrificar el tiempo que necesitas darte a ti para invertirlo trabajando sin descanso.
Tus pertenencias no te lo podrás llevar cuando mueras, lo que de verdad importará es la riqueza de tus experiencias y la huella que dejaste en aquellos que tengan la dicha de conocerte, incluyéndote.
Amor propio es decidir darte lo mejor e implica cuidar tu cuerpo, tu mente y tu espíritu. Puedes tenerlo todo si tienes tu mayor herramienta en pleno funcionamiento, tu mismo.
Las decisiones que tomas
Todo en nuestra vida se trata de tomar decisiones. Miles de decisiones cada día, unas pequeñas y otras grandes
Muchas que en ocasiones no tomamos conscientemente.
Caemos en la trampa de creer que nosotros no tenemos el poder de controlar lo que sucede en nuestra vida, podríamos decir que asumimos el rol de la víctima de todo lo que pasa en nuestro alrededor.
Lo mas peligroso es que, en efecto, sí dejamos que los demás decidan por nosotros y vivimos infelices haciendo muchas cosas que, en el fondo, no queríamos hacer. No hablo solo de grandes cosas sino de todas las decisiones, hasta las mas sencillas, como por ejemplo, el lugar donde queremos ir a comer o la mesa en la que nos queremos sentar.
Una parte fundamental del amor propio es escucharte a ti mismo y empezar a decidir por las cosas que si quieres. En un principio puede ser difícil porque estamos demasiado acostumbrados a dejar que otros decidan por nosotros.
Yo empecé con las cosas pequeñas, como por ejemplo, dejé de ir a cualquier lugar al que no quería ir o no me sentía cómoda en el. Poco a poco, le fui agarrando el gusto y ahora, antes de decidir, siempre me hago la consulta ¿esto es realmente lo que tu quieres?.
Apenas empiezas a utilizar tu poder de decidir sobre tu vida y las cosas que haces, incluyes y sacas de ella, se empieza a convertir en un hábito. Un gran hábito. Lo difícil es ver que tienes ese poder.
Por ejemplo, para aquellos que están completamente infelices en su trabajo (al menos el 50% de la población), podrían decirme que no pueden decidir cambiar de trabajo porque no van a arriesgar su seguridad y la de su familia, por lo que su única opción es continuar haciendo lo mismo que llevan haciendo por años aunque les cueste su felicidad.
He estado allí. El problema está en creer que esa es la única opción. En nuestra época moderna y tecnológica tenemos infinidad de recursos para generar otra opción. Quizás sea muy arriesgado saltar a decidir un cambio radical de profesión o de trabajo pero puedes empezar a desarrollar nuevas destrezas en paralelo que, poco a poco, te vayan preparando el camino para cuando decidas definitivamente cambiar.
En este caso, aunque seguirías en un trabajo que no te gusta, estás decidiendo empezar a construir un nuevo camino que te preparará para poderlo cambiar. También se podría decir que ya tomaste la decisión de empezar un nuevo proyecto laboral aunque decidas hacerlo mientras continúas en tu trabajo actual, que ahora es un medio para cumplir tus sueños.
Reconocer tu poder de decisión es buscar una nueva opción cuando crees que tienes solo una para escoger. Ya solo con la intención de cuestionar las decisiones que no te hacen feliz, te das la opción de crear una nueva solución.
Observar todas tus decisiones, grandes y pequeñas, te puede dar un mapa de aquellas cosas que no están funcionando bien en tu vida y que te están trayendo sentimientos de culpa, vergüenza, molestia y arrepentimiento.
Otro ejemplo, supongamos que tienes un año saliendo con una persona maravillosa, tiene características excepcionales y se parece bastante a tu “pareja soñada”, el problema es que tu ya no sientes mariposas en el estómago por este “sueño hecho realidad”. Te encuentras en un dilema, aunque llevas años buscando o esperando a que llegue a tu vida una persona así, en el fondo no estás feliz. Tienes dos opciones, terminas con la relación porque no estás enamorado, o te quedas con esa persona porque es “perfecta para ti” y deduces que el enamoramiento es algo temporal. Yo solía decidir quedarme en la relación, sacrificaba mi felicidad por mi supuesta seguridad y terminaba siendo infeliz al quedarme en la relación.
Me arriesgaré a decir que creo que muchas personas pueden sentirse identificadas con esta tendencia de decidir en función de la seguridad en vez de la felicidad. La seguridad no es mala, lo que es malo es preferir estar seguros que estar felices.
Volviendo al ejemplo de la “pareja soñada”, lo que inevitablemente puede pasar, es que tu infelicidad crezca tanto que un día explotes, culpes a tu pareja por tus desdichas, se falten el respeto mutuamente y aniquilen los sentimientos positivos que quedaban entre los dos. También puede pasar que esa supuesta pareja soñada que tu intuición te trataba de decir que no era tan soñada, tenga rasgos negativos con los que no contabas como mentiras, celos, necesidad de control, inseguridad y cualquier otra cosa mas. En cualquier caso, decidiste quedarte por años en una relación que terminó siendo tóxica para los dos porque te mantenías sacrificando tu felicidad por tu seguridad.
Ahora, la pregunta, ¿vale la pena pasar años decidiendo a favor a cualquier cosa diferente a nuestra felicidad? No, no vale la pena. Eventualmente dejaremos de aguantar cualquier cosa que nos hayamos propuesto enterrar en nuestro corazón. Esto aplica para todos los aspectos de la vida, nuestras relaciones, nuestro trabajo, nuestro ambiente, nuestras experiencias y aventuras, nuestra espiritualidad y nuestras finanzas.
Tus decisiones están bajo tu control, incluso cuando decides que otros decidan por ti.
Por esto, entrena tu poder de decisión para que con cada uso te vuelvas mas asertivo con lo que quieres tu. En los casos que tus decisiones no puedan ser llevadas a cabo inmediatamente, con solo escucharlas y decidir trabajar por ellas ya le estás haciendo justicia a tus deseos y te quitas la carga de tener un futuro lleno de sufrimiento.
La manera en que reaccionas cuando te equivocas
¿Qué tiene de malo equivocarse? Pareciera que muchas cosas porque tendemos a reaccionar de una manera combativa, tajante, negativa o, simplemente, de entrada se nos sale alguna grosería, o varias.
No todos somos iguales. ni tampoco cada uno reacciona siempre igual, pero después de una equivocación siempre hay una reacción. El tipo de reacción y su intensidad dependen de la equivocación y del estado mental de quien se equivocó.
Por ejemplo, cuando entraba en una cancha de tenis, cada vez que me equivocaba, mi reacción subsecuente era un reclamo, de cualquier tipo, básicamente dependía de mi humor de ese día o la presión que sentía por ganar el juego.
¿Por qué siempre había espacio para un reclamo automático? La verdad, por mas que me gustaría, no tengo esa respuesta. Puede ser porque estaba acostumbrada a reaccionar así, puede ser que eso es lo que vi, incluso puede que me lo hayan enseñado. Para cambiar la reacción no es necesaria esta respuesta.
Lo que importa es poder darte cuenta de que estás reaccionando de manera negativa a cualquiera sea la experiencia y, en consecuencia, cuestionar esta reacción. Algunas veces lo hacemos de manera automática, pero no siempre es el caso.
Tu reacción es proporcional a tu equivocación, es decir, que no es lo mismo tropezarte, que perder todo tu dinero en una mala inversión. Si te tropiezas, aunque te reproches por torpe, posiblemente observes que el último escalón era ligeramente mas alto que los anteriores y la torpeza pierde valor, lo que hace mucho mas sencillo cuestionar esta reacción. Pero si pierdes todo tu dinero, con seguridad rumiarás en tus fallas y te convertirás irremediablemente en un productor de culpa, vergüenza y reproches, donde no dejarás espacio para cuestionar tu reacción y observar cual fue la causa de tu equivocación.
Siempre es posible cuestionar nuestra reacción, el trabajo está en usar cada oportunidad para observar y proceder a reformular esa reacción. La idea no está en compadecerte por tus equivocaciones sino en verlas de manera objetiva para sacar lo mejor de ellas, no es decirte que “te equivocaste por culpa de otro” sino aceptar tu responsabilidad y observarla con compasión para aprender todo lo que puedas de tu error. Así ya no será tu error sino tu aprendizaje, la herida por donde sale tu luz.
Después de cuestionar tu reacción, tu objetivo es buscar palabras nuevas que no provengan de tu negatividad sino de tu amor propio.
Cambiar lo malo por entendimiento y compasión es el ingrediente necesario para cultivar tu relación contigo y darte todo lo que mereces recibir.
Ajusta la relación que tienes contigo
Observar detenidamente la manera en que te tratas, las expectativas altísimas que tienes de ti, tus lapsos de trabajo y descanso, las decisiones que tomas y la manera en que reaccionas cuando te equivocas ten dan el poder de cambiar radicalmente tu vida.
No puedes atender lo que no conoces y, por consiguiente, no sabrías que darte si no sabes de lo que careces.
Esa es la clave de monitorear toda la relación que tienes contigo. Solo en el momento que eres consciente de tus hábitos, es que puedes decidir cambiarlos. Poco a poco, paso a paso. Todos somos diferentes y no hay una fórmula que se ajuste a cada uno, pero cada quien tiene la responsabilidad de analizar profundamente como trata a su imagen en el espejo y hacer ajustes en su trato a medida que vaya descubriendo debilidades de su amor propio.
El elemento común en todos los aspectos de tu relación contigo es la manera en que te comunicas entre tus “dos voces”. Solo con algo de práctica consciente puedes mejorar notablemente tu diálogo e incorporar compasión y entendimiento a la fórmula.
Amarte sin condición tiene el maravilloso efecto secundario de mejorar la relación que tienes con los demás. El efecto positivo del cambio en tu diálogo se filtra hacia la manera en que te relacionas con tu entorno e incrementa tu capacidad para ponerte en los zapatos de los demás.